En esta ocasión se recibió el beneficio de 20 seminaristas, un diacono y un neo-sacerdote, que fueron de mucha ayuda para ejecutar el programa.
El esquema que nos guio en esta ocasión, fue el trípode que sostiene y alienta la misión: Celebración, adoración y reflexión.
Celebración: La Eucaristía fue el punto central y el alimento de la Misión, momento culmen de encuentro con el Resucitado.
Adoración: A media jornada el Santísimo era expuesto en la Custodia para que ahí los fieles y misioneros expresaran sus súplicas.
Reflexión: En cada una de las pequeñas comunidades, todos los días, se llevaba una reflexión sobre temas bíblicos, para ahondar mas sobre el Misterio de Cristo.
El grupo de misioneros del Seminario Mayo de Guadalajara, con su entusiasmo, sembraron la semilla del evangelio en los fieles.
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